José Martí nos enseña que quien resiste con perseverancia acaba trinfando

TRES HEROES - José Martí

Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.




Un hombre solo no vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos, y los pueblos tienen muchos hombres, y no pueden consultarse tan pronto. Ese fue el mérito de Bolívar, que no se cansó de pelear por la libertad de Venezuela, cuando parecía que Venezuela se cansaba.



jueves, 26 de noviembre de 2009

El respeto a la legalidad, cuestión de beneficios

Asistimos a una ofensiva de las llamémoslas “fuerzas vivas” de Nivaria en favor de ciertas grandes infraestructuras de las que supuestamente depende el progreso de la isla y en contra de los enemigos de Tenerife que las combaten. Ante los problemas legales con que han tropezado, estos señores hacen llamamientos a saltarse la legalidad.

El director del diario infame recalca en su editorial del martes 24 de noviembre que las obras del puerto de Granadilla han sido paralizadas por un tribunal cuya sede está en Las Palmas. Como “la Justicia no puede oponerse al bienestar del pueblo”, y como “se ha demostrado que sólo hay hierbajos submarinos”, hay que “dialogar jurídicamente con la Justicia (sic), que es donde se mantiene el único y último obstáculo que paraliza la construcción”.

Un grupo denominado Avante Canarias, ignorando que la democracia no es sólo la voluntad de la mayoría, sino también el respeto a la legalidad, escribe libelo tras otro con el único argumento de que el puerto de Granadilla está legitimado porque es apoyado por los partidos políticos representados en las instituciones.

El más explícito ha sido el presidente de FEPECO, quien después de reunirse con el señor Rivero declara que "la culpa de que el puerto de Granadilla esté en los tribunales la tienen los que han hecho las leyes (...) Le dijimos al presidente: señor presidente, las leyes no las han hecho los ciudadanos, las han hecho los políticos y los diputados que están en el Parlamento de Canarias han hecho ley tras ley y ahí tenemos las consecuencias".

Haciéndose eco de la voz de su amo, el grupo parlamentario de Coalición Canaria presenta una moción para modificar el catálogo canario de especies protegidas, rebajando el nivel de protección de aquéllas cuya protección les molesta para sus grandes proyectos.

¿Hasta qué punto estarán dispuestos a tergiversar las leyes? Pues depende del beneficio que esperen obtener. El compañero Karl, en el capítulo XXIV de su obra “El Capital”, que trata sobre la acumulación originaria (mecanismos por los que llegó a acumularse el capital de partida para el posterior desarrollo industrial, que él atribuye a la piratería, la rapiña de las colonias y el tráfico de esclavos), introduce la siguiente cita, que cuantifica en función de la ganancia el respeto por las leyes:

"El capital huye de los tumultos y las riñas y es tímido por naturaleza. Esto es verdad, pero no toda la verdad. El capital tiene horror a la ausencia de ganancia o a la ganancia demasiado pequeña, como la naturaleza tiene horror al vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona. Asegúresele un 10 por 100 y acudirá adonde sea; un 20 por 100, y se sentirá ya animado; con un 50 por 100, positivamente temerario; al 100 por 100, es capaz de saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300 por 100, y no hay crimen a que no se arriesgue aunque arrostre el patíbulo.”


Sólo si supiéramos los márgenes que esperan sacar de los solares del polígono de Granadilla cuando se revaloricen por la construcción del puerto, de las contratas por la obra, del cemento y arena que se gaste, podríamos hacernos una idea de los extremos a los que van a llegar.

Juanjo Triana. Miembro de Alternativa Sí se puede por Tenerife

miércoles, 4 de noviembre de 2009

TENERIFE Y PASCUA: LEVANTANDO MOAIS

El geógrafo Jared Diamond describe en su libro Colapso (2005) diversos ejemplos de civilizaciones que acabaron extinguiéndose completamente, como son los mayas del Yucatán, los vikingos de Groenlandia, o los aborígenes de la isla de Pascua. En los casos mencionados puede atribuirse este final, en todo o en parte, a la sobreexplotación de recursos naturales limitados por una población en crecimiento, lo que trae la decadencia y colapso final de la civilización. El colapso no siempre es inevitable: en el mismo libro se estudian diversos ejemplos de comunidades que gracias a una gestión sensata de sus recursos han sobrevivido durante miles de años hasta el día de hoy.

El caso de la isla de Pascua es ilustrativo, porque su colapso se debió exclusivamente a la sobreexplotación de recursos, sin que por su aislamiento sufrieran ninguna otra influencia, como por ejemplo invasiones o rupturas de relaciones comerciales. Los primeros europeos que llegaron a la isla en el siglo XVIII se encontraron con un territorio árido y baldío, habitado por unos pocos centenares de habitantes atrasados y miserables. No obstante, las casi 900 estatuas gigantes de la isla, los célebres moais, testimoniaban que alguna vez debió existir una civilización floreciente que las erigiera. Los paleobotánicos han demostrado que antes de la llegada del hombre, durante cientos de miles de años, y al menos durante los primeros tiempos de la colonización humana, la isla estuvo cubierta de bosques con árboles altos. En la actualidad en cambio, la isla de Pascua es uno de los ejemplos más extremos de destrucción forestal en el mundo: todo el bosque ha desaparecido, con todas sus especies extinguidas.

De la historia, tal como ha podido ser reconstruida, sabemos que los diversos clanes o tribus en que estaba dividida la isla se embarcaron en una carrera de prestigio en la que todos pugnaban por superar a los demás en la erección de moaís (se supone que representaban jefes o antepasados del clan), para lo que no dudaron en agotar el bosque del que extraían la madera para transportar los moais, en una especie de trineos, desde la única cantera de la isla en la que se esculpían hasta su emplazamiento situado en la costa, así como para construir el andamiaje para erigir el moai y edificar la plataforma sobre la que descansaba, el ahu. Es posible que la erección de moais en esa época se convirtiera en el motor de economía de la isla, en la principal fuente de empleo, y si alguien se dio cuenta de lo insostenible de la situación, las fuerzas vivas del clan seguramente lo acusaron de estar vendido a los clanes vecinos y forzaron a continuar por la senda del crecimiento.

Al escasear la madera dejaron de producir canoas con las que practicaban pesca de altura, su principal fuente de proteínas. La deforestación causó erosión, lo que obligó a abandonar gran parte de sus tierras de cultivo. Pese a todo siguieron erigiendo moaís cada vez mayores, hasta que talaron el último árbol y ya no pudieron continuar. Aún quedan moais a medio esculpir en la mencionada cantera. Finalmente, hacia finales del siglo XVII, llegó una grave crisis alimentaria, fueron derrocados los jefes tribales, estalló la guerra civil y la isla de Pascua se desangró hasta su total ruina.

En la isla de Tenerife nuestras clases dominantes parecen atacadas de la misma ceguera; quieren gastar los recursos que tenemos, y los que no tenemos, en una serie de proyectos de utilidad dudosa, con los que esperan ganar mucho prestigio, compitiendo con la isla vecina: un tren de alta velocidad en una isla en la que apenas tiene espacio para acelerar y frenar, para ganarle apenas unos minutos a la guagua, y que va a ir casi vacío porque está sobredimensionado para justificar la inversión; un puerto industrial en la zona más ventosa de la isla que no responde a ninguna demanda de tráfico de mercancías, en el que presumiblemente nunca o casi nunca atraquen barcos; una regasificadora que cuando esté terminada procesará un combustible varias veces más caro y mucho más escaso que cuando se proyectó; una segunda pista y nueva terminal, para un aeropuerto que ya funciona muy por debajo de su capacidad; anillos de autopistas cuya verdadera finalidad es urbanizar el territorio adyacente. En resumen, seguimos levantando moais.

Juanjo Triana