José Martí nos enseña que quien resiste con perseverancia acaba trinfando

TRES HEROES - José Martí

Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados.




Un hombre solo no vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos, y los pueblos tienen muchos hombres, y no pueden consultarse tan pronto. Ese fue el mérito de Bolívar, que no se cansó de pelear por la libertad de Venezuela, cuando parecía que Venezuela se cansaba.



domingo, 21 de junio de 2015

Maquiavelo, ese incomprendido- y III

Me parece que concurren tantas cosas en favor de un príncipe nuevo que yo no sé si ha habido un tiempo más propicio que el actual. Y si, como ya he dicho, era necesario para ver la virtud de Moisés que el pueblo de Israel estuviera esclavo en Egipto, para conocer la grandeza del ánimo de Ciro que los persas estuvieran subyugados por los medos, y la excelencia de Teseo que los atenienses estuvieran dispersos, de igual modo, en el momento presente, era necesario para conocer la virtud de un espíritu italiano que Italia se viera reducida a la condición en que se encuentra ahora: más esclava que los hebreos, más sometida que los persas, más dispersa que los atenienses, sin un guía, sin orden, derrotada, despojada, despedazada, batida en todas direcciones por los invasores y víctima de toda clase de desolación.

Maquiavelo. El Príncipe, capítulo XXVI “Exhortación a ponerse al frente de Italia y liberarla de los bárbaros”

Maquiavelo era, por encima de todo, un patriota. Maquiavelo tenía un proyecto político, la unificación de Italia en un solo reino. Si Maquiavelo enseña qué cualidades han de tener los príncipes y cómo han de conducirse si quieren tomar y conservar el Poder, es porque escribe para ese príncipe nuevo que habría de realizar ese proyecto. Maquiavelo sostiene que es justamente cuando hay una crisis generalizada, cuando las viejas instituciones se han revelado ineficaces, cuando todo parece perdido, que es el momento de fundar un estado nuevo. Nunca se podría demostrar la virtud excepcional de ese príncipe nuevo más que en circunstancias excepcionales, como era la situación de postración a que había llegado Italia en su época, dividida y ocupada por las potencias extranjeras.


El proyecto de Maquiavelo chocaba directamente contra los intereses del Estado Pontificio, incapaz de unificar Italia pero lo suficientemente fuerte como para oponerse a que nadie más lo hiciera. Ideológicamente, Maquiavelo emancipa a la política de la religión: el Poder ya no viene de Dios, sino que tiene sus propias reglas. No es de extrañar por tanto que “El Príncipe” siempre estuviera incluido en el “Indice de Libros Prohibidos”, y que sufriera una campaña de desprestigio que perdura hasta hoy. No obstante, hablando con propiedad, nadie es tan poco maquiavélico como Maquiavelo.

Maquiavelo, ese incomprendido

Maquiavelo, ese incomprendido -II

sábado, 6 de junio de 2015

Maquiavelo, ese incomprendido-II

Muchos se han imaginado repúblicas y principados que nadie ha visto jamás ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta distancia de cómo se vive a como se debería vivir, que quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería hacer aprende antes su ruina que su preservación: porque un hombre que quiera hacer en todos los punto profesión de bueno labrará necesariamente su ruina entre tantos que no lo son. Por todo ello es necesario a un príncipe, si se quiere mantener, que aprenda a poder ser no-bueno y a usar o no usar de esta capacidad en función de la necesidad.

Maquiavelo. El Príncipe, capítulo XV “De aquellas cosas por las que los hombres y sobre todo los príncipes son alabados o censurados”

Maquiavelo no era ningún utópico. Su proyecto político, aunque difícil de lograr (de hecho la unificación de Italia en un solo reino tardó todavía 3 siglos en llegar), hubiera sido posible en su país y en su momento histórico. Quienes hacen política en la realidad, y no solo juegan a hacer política, necesariamente se crean enemigos, quienes no dudarán en emplear toda las malas artes a su alcance. Hay que tener por tanto fama de clemente, pero nunca hacer mal uso de esa clemencia; a veces hay que ser cruel. Al príncipe nuevo le resulta particularmente difícil  evitarlo “por estar los Estados nuevos llenos de peligros”. Cuando hay mala gente, si no es posible que todos te amen, por lo menos que te teman.


Empleando la terminología de Maquiavelo, el príncipe debe ser fuerte como el león pero astuto como la zorra.  Hay que cultivar lealtades siempre que se pueda, pero hay que saber con quiénes no se puede. 

Maquiavelo, ese incomprendido

Maquiavelo, ese incomprendido-y III