“El motivo de su estancia en el desierto tenía una finalidad: la extinción de una generación que había sido modelada por la humillación, la opresión y la fuerza, de forma que se había resignado a la desaparición de su espíritu tribal. Así pudo surgir otra generación poderosa que no conocía la imposición de leyes ni la opresión, pues no había sido tratada de manera humillante. Y se generó una nueva assabiya que les permitió mantener pretensiones y alcanzar la supremacía. Esto muestra que 40 años es el más breve espacio de tiempo que tiene que transcurrir para que una generación desaparezca y surja otra.”
Abderraman ben Jaldun; Capítulo
18 del libro II de la Introducción (Muqadima)a la Historia Universal.
40 años es un número redondo. Casualmente
es el tiempo que media entre la Guerra Civil Española que comenzó en 1936 con el
golpe de estado del general Franco y la transición democrática que comienza a
su muerte en 1975. Casualmente es el tiempo que llevamos desde la muerte del
dictador en 1975, (el 40 aniversario se celebró hace apenas un mes), y el
momento presente, en que todo apunta a un nuevo cambio de régimen.
El historiador tunecino de
ascendencia andaluza Abderramán ben Jaldún al Isbilí (el sevillano), nacido en
1332 y muerto en 1406, atribuye que la travesía del desierto por los israelitas
a su salida de Egipto durara precisamente 40 años a que ese es el periodo de
tiempo que dura una generación. Para ben Jaldún, “una tribu que ha vivido en el
envilecimiento y la servidumbre es incapaz de fundar un reino”. Los israelitas
que salieron de Egipto guiados por Moisés siempre habían vivido bajo esclavitud;
apenas Moisés los dejó un rato solos cuando subió al Sinaí y volvieron a los
viejos hábitos, simbolizados según se cuenta en el libro del Exodo en la
adoración del becerro de oro. No se sentían capaces de conquistar la tierra
prometida. Por eso Dios los condenó a una travesía del desierto de 40 años
hasta que ninguno de los que salió de Egipto vivera ya, a fin de que quienes
llegaran a la tierra de Canaan fuera por entero una generación nueva que nunca
hubiera conocido la opresión.
Por encima de conspiraciones y de
traiciones, que de todo hubo, no se explican las componendas a que la oposición
democrática llegó durante la transición con los restos del viejo régimen, ni la
complacencia con que aceptaron al sucesor del dictador, ni el entusiasmo con
que institucionalizaron al clientelismo y a la corrupción como sistema de
gobierno y a toda una generación le pareció normal, más que porque se habían
formado en la época de Franco “modelados por la humillación, la opresión y la
fuerza”. Un compromiso era en esa época bueno porque peor era volver a otra
dictadura.
El vuelco en el sistema de
partidos es principalmente un cambio demográfico. Puede ocultarse la corrupción
y pueden taparse sus miserias si no existe más que la TV o la prensa en papel, pero
a la juventud que se ha criado con internet ya es imposible engañarla. Ya puede
aparecer otra tribu que imponga una nueva hegemonía.
Abderraman ben Jaldun formuló en la muqaddima (introducción) a su Historia Universal una teoría completa sobre la naturaleza del poder y las leyes que rigen el nacimiento, ascenso, auge, decadencia y caída de los estados y de los regímenes políticos, 138 años antes que Maquiavelo. Atribuye el ciclo político a la adquisión o pérdida de assabiya, término que puede traducirse como espíritu de tribu, conciencia de grupo, o hegemonía.